Debéis huir de afirmaciones rotundas del tipo «los transgénicos son malos para la salud», simplemente porque no son ciertas. ¿Es un cuchillo malo para la salud? Lógicamente, si te lo clavas en el pecho... no es que sea malo, es que te mata. Pero si lo usas para cortar un buen filete o para una operación de vida o muerte es muy beneficioso. En esta vida todo tiene sus beneficios y sus riesgos, todo se trata de un juego entre ambos extremos. Le toca al consumidor elegir y optar críticamente por lo que le resulte más interesante. Personalmente, no tengo tiempo para ir todos los días a comprar verduras a una huerta, a veces tengo que comprar a horas imposibles: 15:00 h. ¿Cómo puedo comprar a estas horas?, pues porque los supermercados ofrecen comidas que resisten la putrefacción gracias a la ingeniería genética. Y así podríamos seguir citando beneficios. ¿Riesgos?, como todo los tiene, pero, para mí, son menos importantes que los beneficios. Yo digo transgénicos sí.
Aquí os dejo algunas presentaciones del IES María Zambrano que explica con seriedad y objetividad el asunto.
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2 comentarios:
La primera planta transgénica se creó en 1983. Si a 27 años, frente a los miles de la agricultura tradicional, los consideramos un período de tiempo para demostrar la seguridad de los transgénicos: perfecto. Lo de que la agricultura transgénica va a salvar al "tercer mundo" del hambre, eso a día de hoy no se lo cree nadie. Que sea un parche, eso sí. Un parche con efectos secundarios desconocidos. Pero de ahí a erradicar el hambre va un trecho. Los transgénicos no van a servir para reparar la base del problema que es sociopolítica.
También dicen que la demanda de alimentos ya incluso a nivel del "primer mundo" es un problema: bien, eso se arregla por ejemplo a través de un cambio a dietas predominantemente vegetarianas, en lugar de emplear entre el 40% y el 60% de la producción agrícola mundial en alimentar ganado.
Mi recomendación es desconfiar del progreso: suele responder a intereses económicos.
Salud.
Ah, y otra cosa: parece que nunca nos cuestionamos nuestro estándar de vida. Claro no tenemos tiempo para comprar en una huerta. Pues tiramos de transgénicos. Podríamos formar una cooperativa de consumidores de productos ecológicos, pero para qué nos vamos a esforzar. Sufrimos estrés y desgaste laboral: no descansamos, no paramos, para qué... Tomamos unas pastillitas y ¡arriba las defensas! No tenemos tiempo para estar con nuestros hijos porque estamos trabajando para pagar todas esas cosas imprescindibles: pues nada, unos buenos videojuegos y mano de santo. Y además tenemos que guardar la línea para estar "aceptables": pues el poco tiempo que nos queda, al gimnasio, que además es saludable.
Lo digo sin acritud, pero muy pocas veces nos replanteamos lo establecido, e ignoramos el gran poder que tenemos como consumidores.
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